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martes, 28 de febrero de 2017

MILPA ALTA, ¡DE CALENDARIO!



Por: Raymundo Flores Melo.

En 1960 es grabada la película “Las canciones unidas”, en ella se engarzan melodías distintivas de diferentes países. México es representado por el son huasteco “La malagueña”, de la autoría de Elpidio Ramírez Burgos y Pedro Galindo Galarza, e interpretado por Miguel Aceves Mejía.

La filmación, dirigida por Chano Urueta, Tito Davison, Julio Bracho y Alfonso Patiño Gómez podía pasar desapercibida, sin embargo, ese toque en la fotografía, a la manera de las ilustraciones usadas en los calendarios mexicanos realizados entre los años cuarenta y setenta del siglo XX[1], llama la atención.

Cómo no recordar esas imágenes donde se destacaba la belleza y gracia de la mujer mexicana y se invitaba a descubrir, por la indumentaria, al estado de la república al que pertenecían.

Agaves, árboles de nopal, monumentos, pueblos y fiestas tradicionales eran los telones de fondo donde se hacían presentes pajareras, vendedoras, chinas poblanas, tehuanas, rancheras y otras que intentaban representar a la ruralidad mexicana.

En el caso que nos ocupa, el escenario elegido es la parte posterior del exconvento de la Asunción de María, en él podemos observar el curato y la barda de piedra que servía de límite entre la construcción colonial y el terreno que actualmente ocupan el museo regional, la biblioteca y oficina de correos[2] pero que en ese entonces era un predio llano donde juagaban futbol los jóvenes milpaltenses.

En la escena vemos caminar a Elvira Quintana hacia la iglesia, voltear y mirar hacia donde se encuentra el “rey del falsete” montado a caballo. Ella continua su camino rumbo al templo mientras se cubre la cabeza con un rebozo blanco. La magnificencia de la Asunción se hace presente al compararse con la figura humana.

Algunos años más tarde, en el mismo espacio, serán colocadas porterías y varios juegos, entre ellos, columpios, volantines, resbaladillas y pasamanos que sirvieron de entretenimiento a los niños del pueblo hasta la construcción del hospital regional.

La siguiente toma es al oriente, Aceves Mejía canta y a sus espaldas se encuentran varios terrenos agrícolas limitados por magueyes y trabajados por campesinos milpaltenses – que pueden verse en la película -, primero usando azadón, y luego pasando un arado jalado por dos mulas.

Un poco más lejos, vemos una casa de piedra de dos aguas con techo de teja. Casi frente a ella la iglesia del barrio de la Concepción en construcción. La nave principal de piedra, cúpula azul y linterna están terminadas; todavía no existen el tímpano, el campanario y la torre del reloj.

Sin duda, este fragmento de la película es una invitación a recordar a un pueblo campesino que se ha ido pero que está presente en el corazón de muchos habitantes de la Asunción-Milpa Alta, sobre todo de aquellos que tienen más de medio siglo de vida.



Febrero de 2017.




[1] Véase La Leyenda de los cromos. El arte de los calendarios mexicanos del siglo XX en Galas de México. México, Museo Soumaya-Telemex, 2001, 299 pp.
[2] Cuando se escribe el presente texto, la biblioteca y la oficina de correos ya han sido demolidos. Con anterioridad el espacio albergaba al hospital regional de Milpa Alta.