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martes, 3 de abril de 2012

DON JOSÉ CONCEPCIÓN FLORES ARCE, XOCHIME.



Por: Raymundo Flores Melo*

Quién haya oído a don José Concepción Arce, Xochime, lo primero que ha percibido es lo armonioso de su hablar, sus palabras surgiendo a manera de una dulce canción.

Con sus setenta y siete1 años al hombro, el maestro Xochime, puede ser considerado un hombre sabio, un nahuatlato que brinda sus conocimientos de una manera sencilla, sin rebusques.

La forma clara con que lleva a sus alumnos de lengua náhuatl, dándoles ejemplos en forma de frases que se usan en la vida cotidiana, sólo puede ser posible en una persona que guste de compartir con los demás2 y que cuente con un amplio conocimiento de su lengua materna.
Lengua que, al decir de los que lo conocieron cuando chico, aprendió, sobre todo, de la boca de su abuela, quien sólo les hablaba en náhuatl a él y a sus hermanos; o bien, fue apropiada, como el maestro Flores lo dice en un discurso:

“oyendo las palabras de los viejos frente al tlecuil de mi jacal3.

Su entrada al mundo de la docencia es fortuita, pues los ojos de algunos académicos se posaron en él debido a una tarea escolar sobre el significado de unos topónimos, encargada a uno de sus hijos quien cursaba la preparatoria. Primero un profesor y luego otro fueron tomando clase con don José Concepción4. Posteriormente dio clases en el Museo de la Ciudad de México, La Casa de Tlaxcala del Distrito Federal, La Casa de Escritores Indígenas y en la expreparatoria número dos de la UNAM5, lugar en el que hasta hoy día imparte su curso de lengua náhuatl6, además de otras sesiones individuales a personas interesadas en aprender el habla de los antiguos  mexicanos.

Si se vuelve un poco atrás, para recordar una de sus obras, la llamada Teponazco, se viene de inmediato a la cabeza el poeta, el ser humano con una gran sensibilidad para apreciar lo que lo rodeaba cuando vivía en Milpa Alta, a la que por necesidad tuvo que abandonar pero no olvidar para ir a residir en Iztacalco. Teponazco es una evocación de su niñez, de los lugares que el tiempo ha cambiado, de las cosas que se han ido pero que felizmente quedan en la memoria:

Por la noche, a la luz de la luna,
bajaban las estrellas al charco,
a sumarse en el juego.
Quien sabe por qué
extraño sortilegio
y pasado un tiempo
las bolitas traviesas
se volvían ranas7.

El amor por la tierra que lo vio nacer se vuelve a hacer patente en uno de sus cuentos donde describe y localiza su pueblo de la siguiente manera:

“Tierra húmeda  y bonita como una inmensa hamaca tendida desde las faldas del Teuhtli hasta los ocotales de Tepeyacatitla”8.

Encontrarse con su rica o preciosa palabra9, es revivir parte de lo que fue Milpa Alta después de la Revolución Mexicana, es ver llegar a Zapata pero también la estancia de los carrancistas en la región10, es apreciar el regreso después de los años de ausencia, es volver a mirar las labores del campo y las sementeras de maíz, es recordar las antiguas actividades que los milpaltenses desempeñaban para sobrevivir como son la producción del pulque, el corte de leña, el tueste de los tejamaniles, la cría de ganado menor (borregos), para terminar con el surgimiento de los sembradíos de nopal y todas sus consecuencias en el desarrollo económico de Milpa Alta.

Parajes, frases, formas de actuar, de pensar y de vivir, todo esto se conjunta para darnos una idea de lo que fue Milpa Alta en gran parte del siglo XX.

Un renglón importante lo forman los relatos, casi míticos, donde habla del origen de un pájaro que era común ver en los varañales o breñales del monte de Milpa Alta, el Totomorral, ave así llamada porque su nido tenía la forma de bolsa alargada donde incubaba  a su numerosa prole. Así mismo, la historia de dos enamorados que, debido a la incomprensión paterna, fueron calcinados dentro de su casa dando lugar, ella, a la flor de aretillo y, él, a un hermoso colibrí.

Las tradiciones están presentes en la obra de don José Concepción, costumbres permeadas por la gran solidaridad de los pueblos originarios como se deja ver en los cuentos “La mayordomía” y “El matrimonio y la medicina antigua” pues son los vecinos los que ayudan a los mayordomos a cumplir con la restauración del templo de su barrio después de los diez años de abandono y sacar la fiesta de la virgen, o bien, en la segunda narración, cooperan con especias y otros ingredientes para que el casamiento se realice sin que nada falte.

El recuerdo a los muertos lo encontramos en los cuentos  “Nuestro amigo el yaqui” y en “La fiesta de día de muertos”, narraciones  que proporcionan una idea de la manera que tenían los habitantes de Milpa Alta de reencontrarse con los muertos, ya sean propios o ajenos. Gracias a ellos podemos darnos cuenta del respeto que se les tenía a aquellos hombres y mujeres que se nos adelantaron. La forma respetuosa de saludarlos a su llegada y la manera de despedirlos hasta el año próximo.

Ya que de muerte y muertos se habla, es conveniente recordar otro poema del maestro Xochime que lleva por título “Mictlan” en el que invita a “nuestros ancestros” muertos a que “Escuchen el suspirar de un jilote en flor11donde, contrariamente a la tradición náhuatl clásica, se hace presente sólo un posible fin a los muertos: su llegada a una especie de paraíso, más cercano al ideal cristiano que al Mictlan indio, donde están felices y nada les falta, donde hay agua fresca y siempre es primavera.

En Mictlan todos los que están allá
viven felices, no conocen la tristeza
porque la primavera es eterna.
Hay verdor pleno. Las flores nunca se marchitan.
Los colibríes, entre los que allí habitan,
de las flores liban miel sin temor a nada12.

En el libroQuetzaltlahtolli los valores universales de convivencia están presentes en varios cuentos, a manera de mensajes moralizantes para dejar testimonio de lo que no se debe hacer, por ejemplo, en “La Soberbia” se escribe la historia de un hombre que olvida su pobre origen y se convierte en  un ser sin sentimientos, a quién, como castigo, Dios lo vuelve tan pobre como antes. Pero sobre todo en todos ellos encontramos muy presente la solidaridad y la rectitud:

“Juan Antonio era joven, no entendió de momento lo que significaba la semilla de las mazorcas doradas, eran mazorcas limpias y de surcos derechos como la conducta de los hombres de campo”13.

Los valores tradicionales también han sido plasmados por el profesor Xochime cuando habla de las obligaciones de la mujer campesina, en especial de la de no dejar morir el fuego que le sirve para cocinar y reconfortar a la familia por que “El fuego es vida, es flor, es canto y es amor, por lo tanto, no debe dejársele morir nunca14.

Aparte del libro Quetzaltlahtolli el profesor José Concepción Flores Arce tiene publicados dos libros dedicados a la enseñanza de la lengua náhuatl: ¡Hablemos Náhuatl! y Aprendamos Náhuatl, este último orientado al público infantil, además de varios relatos y poemas publicados en la Revista Ce-Acatl, algunos de los cuales se han editado en una versión radiofónica bilingüe que lleva por nombre Memoria de Momoxco.

La obra del maestro Xochime es variada y pude prestarse a varios estudios de tipo antropológico e histórico, pero sobre todo para despertar la curiosidad de las nuevas generaciones de milpaltenses por conocer un poco más acerca de su pasado y su liga con la madre Tierra.

rayflome@gmail.com
* Integrante del Consejo de la Crónica de Milpa Alta
 y vecino del barrio de la Concepción.

1 Su fecha de nacimiento es el 3 de noviembre de 1930.
2 Esta característica de su proceder quedó constatada por medio de una plática con el Sr. Asención Sánchez Silva (01/XI/2007), originario de Villa Milpa Alta, dónde hacía relación de la manera en que don José Concepción daba apoyo a sus paisanos que habían ido a la ciudad de México para iniciarse en el comercio, de cómo pedía a sus hijos el ir a ayudar para que los demás terminaran su venta.
3 FLORES ARCE, José Concepción. “Sembraron en mi alma…” en la Revista Ce-Acatl, núm. 46, 1993, p. 19
4 Plática sostenida con don José Concepción Flores Arce el día 11 de septiembre de 2007.
5 Información contenida en las solapas del libro Quetzaltlahtolli.
6 En el edificio que se encuentra en la calle de San Ildefonso, número 30.
7 FLORES ARCE, José Concepción. “Teponazco” en la Revista Ce-Acatl, núm. 45, 1993, separata.
8 FLORES ARCE, José Concepción. Quetzaltlahtolli. Palabra Náhuatl Contemporánea. Expresión de la Lengua Náhuatl del Centro de Milpa Alta, Distrito Federal. México, GDF-PAPO, 2005, p.35
9 Quetzalli: pluma rica, preciosa. Tlahtolli: palabra, plática o habla.
10 Este cuento llamado  “Campamento Zapatista Tepanohco” se complementa con otra narración que lleva por nombre “¡Vámonos con Zapata!”, publicada en la Revista Ce.Acat, núms. 55-56 en 1994, en donde se ponen de manifiesto los motivos que llevaron a los campesinos de Milpa Alta a seguir al calpule’que Emiliano Zapata: el que sus hijos tengan que comer. Además da los nombres de algunos de los milpaltenses protagonistas de esta gesta.
11 FLORES ARCE, José Concepción. “Mictlan” en la Revista Ce.Acat, núms. 53-54. 1994, p.15
12 Íbid., p. 19
13 FLORES ARCE, José Concepción. Quetzaltlahtolli. Palabra Náhuatl Contemporánea. Expresión de la Lengua Náhuatl del Centro de Milpa Alta, Distrito Federal. México, GDF-PAPO 2005, p. 43
14 FLORES ARCE, José Concepción. “Consejos a una Jovencita” en la Revista Ce.Acat, núm. 99, 1998, p.5